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viernes, 21 de abril de 2017

'El tiempo de los intrusos': La fiebre del oro

"Ese es el milagro del oro. Nunca se estropea, porque es eterno. Puedes derretirlo, golpearlo, retorcerlo, mearte encima y seguirá siendo oro. Era así antes de que naciéramos y seguirá así cuando desaparezcamos. Muchos hombres han muerto solo por el oro que contiene este tesoro".




El oro ha traído por el camino de la riqueza y también de la amargura a la humanidad desde tiempos inmemoriales. Y en el cine también. John Houston llevó a la locura a Humphrey Bogart en 1948 en busca de El tesoro de Sierra Madre. Y Klaus Kinski -tampoco era muy difícil- se entregaba a la demencia por la búsqueda de El Dorado, cuando en 1972 daba vida en pantalla a Lope de Aguirre en Aguirre, la cólera de Dios.

Los ejemplos son muchos y no vamos a extendernos más. Porque lo que ahora nos ocupa es El tiempo de los intrusos, de Walter Hill. Hablamos de un director prolífico, poco reconocido entre el gran público pero autor de un cine donde el entretenimiento es la gran estrella. The Warriors, La presa, 48 horas más...Hill es el máximo exponente de ese cine de acción tenso, intrigante y que combina la diversión que tiene que tener toda película, con guiones inteligentes y vibrantes.

William Sadler, Bill Paxton y la fiebre del oro en 'El tiempo de los intrusos'.

En El tiempo de los intrusos, al saber hacer de Hill detrás de la cámara, se suma un guión escrito por Robert Zemeckis y Bob Gale, los responsables de la trilogía de Regreso al futuro. Oro puro. Un tesoro como el que persiguen los protagonistas de esta película, estrenada en 1992 y que, veinticinco años después, sigue siendo un gran descubrimiento.

"El vicio nunca pierde"

El filme de Hill arranca con un asesinato y el incendio de un edificio donde el viejo Eugene revela a dos bomberos Don y Vince (William Sadler y Bill Paxton, respectivamente) la existencia de un tesoro religioso en un edificio abandonado de East St. Louis, Illinois. Eugene es la primera imagen de la codicia que el filme nos regala. Es ese cáncer, la codicia, el que contagia a los dos protagonistas que visitan el edificio en ruinas buscando el tesoro.

Ice T. y Ice Cube son los gangsters a los que se enfrentan Don y Vince.

Y allí se topan con un mendigo (Art Evans) y un grupo de mafiosos de la droga. En el momento y lugar equivocados, Don y Vince tienen que sobrevivir a estos mafiosos, comandados por Ice T. y Ice Cube. Y también a sus miserias humanas y a sus egos, que infestan toda su persona con el único objetivo de hacerse con el botín.

El tiempo de los intrusos pasa así del thriller a una especie de western urbano, la salsa de Walter Hill. En un escenario único, el edificio en ruinas, los personajes van transformándose en zombies de la avaricia y la ruindad. Poco a poco, todos pierden el control, el grupo, la masa pasa a ser individual. Una suerte de todos contra todos con el único objetivo de llevarse el oro. El metal precioso es la causa y consecuencia de la enfermedad que infesta a todos ellos. Está en todo momento presente y solo se nos revela en contadas ocasiones. Un magnífico recurso con el que tocar la violencia desenfrenada que se ha desatado entre los bomberos, los gangsters y la propia banda.

Sadler-Paxton, el perfecto binomio

William Sadler, Art Evans, Bill Paxton.

Como en la mayoría de la filmografía de Hill, y aunque el grupo se desintegra, la historia va de parejas. Y además radicalmente opuestos. Así, William Sadler y Bill Paxton -recientemente nos dijo adiós- son el perfecto binomio. Los dos, como el resto, van fracturándose a medida que se suceden los acontecimientos en ese amasijo de escombros que oculta el tesoro de Eugene. Así pues, traición, codicia y violencia se ponen al servicio del espectáculo. Porque la tensión narrativa no se pierde en ningún segundo. Primeros planos, subjetivos, cámara al hombre, sirven para captar ese estrés que hace volar el metraje.

El tiempo de los intrusos es una ficción ágil, tensa. Es un canto al entretenimiento puro y duro. Además, nos brinda la interpretación de actores que suelen pasar desapercibidos pero que, como el oro, valen quilates. También su música. Tanto éxitos de los raperos Ice T. y Ice Cube, como toda la banda sonora de Ry Cooder, que convierte East St. Louis en el París, Texas de Wim Wenders. Una propuesta de sofá interesante y para recordar, no está de más, que el cine es el mejor remedio contra el aburrimiento.


Ficha Técnica


Título original: Trespass

Año: 1992

Duración: 101 min.

País: Estados Unidos Estados Unidos

Director: Walter Hill

Guion: Robert Zemeckis, Bob Gale

Música: Ry Cooder

Fotografía: Lloyd Ahern

Reparto: Bill Paxton, Ice T., William Sadler, Ice Cube, Art Evans, Bruce A. Young, De'voreaux White, Glenn Plummer, Stoney Jackson

Título: 7,5/10

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