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miércoles, 23 de agosto de 2017

'Verónica': Aquella 'casa maldita' de Vallecas

Para los amantes del misterio patrio, el 'caso Vallecas' es uno de los paradigmas clásicos de suceso paranormal, posesión o poltergeist. La historia real de la joven Estefanía Gutiérrez Lázaro sigue poniendo los pelos de punta más de 25 años después de que ocurriera.  Murió en agosto de 1991 de muerte súbita "sospechosa", según el parte médico, en el Gregorio Marañón, pero su calvario comenzó antes. Concretamente, en su colegio, donde junto a varias amigas practicó la ouija para contactar con el novio fallecido de una de ellas. El vaso se rompió, según relato de las testigos, y Estefanía aspiró el humo que de él salía.

Tras el macabro juego que sedujo a toda una generación de adolescentes atraídos por el misterio, Estefanía empezó a experimentar fenómenos paranormales -armarios que se abrían solos, objetos que volaban por manos invisibles, crucifijos caídos, fotos quemadas, voces de ultratumba- y visiones demoníacas en su domicilio de Vallecas, donde vivía con sus seis hermanos y sus padres. Fallecería en agosto de 1991 "poseída por el demonio" como llegaron a explicar los vecinos. Aunque los sucesos paranormales no terminaron con la muerte de la joven de 18 años, como refleja el atestado policial del inspector José Pedro Negrí que acudió al domicilio la noche del 27 de noviembre de 1992 y vivió en su propia piel el encuentro con lo desconocido.


Una historia real; terrorífica y escalofriante, que le ha valido a Paco Plaza (artífice junto a Jaume Balagueró de la saga REC) para crear una película a la altura de los hechos contrastados por la Policía. Bajo el título de Verónica -nombre muy relacionado también con lo demoniaco, no es casual la elección- y con muchas y buenas licencias de un guión escrito por Fernando Navarro -que no falten las monjas-, el director valenciano nos transporta a ese barrio de Vallecas de principios de los 90. Moles de viviendas de ladrillo rojo, ventanas con relieve, barandillas en la terraza o tendederos suspendidos en el aire, amén de esos anuncios de televisión que aún hoy producen nostalgia. No falta ese clima de vida en la calle y en los bares. Incluso la música de Bunbury que tampoco es casual -el propio Plaza dirigió en 2010 un documental sobre el alma de Héroes del Silencio-. Verónica, en su estética, es un viaje al pasado más reciente, a modo de homenaje al barrio, donde el director, que confesaba su coqueteo con la ouija en su adolescencia, ha pasado como todos gran parte de su vida.

Todo ello hilado con cuidado, forma la base perfecta para desarrollar la historia de terror que se cierne sobre la protagonista y que podrías ser tú, tu hermano, tu hermana, tu amigo o amiga, tu vecino, cualquiera. Ese ambiente de barrio -silbidos terroríficos incluidos a modo de música- la cercanía y empatía de los personajes es crucial para el desarrollo de la película y es el primer gran acierto al que le van a acompañar muchos más a lo largo de su poco más de hora y media de narración.



Es el caso, también, del pulso narrativo de la historia. La cámara de Plaza y el guión de Navarro casan a la perfección. El 'caso Vallecas' se muestra ante nuestros ojos a través de la ficción pero con gran realismo. No es un trabajo nada fácil dada la envergadura de la historia real. Con esa dificultad de combinar sin fisuras ficción y realidad, ambos logran que esa tensión, ese dolor y angustia que a buen seguro vivieron los protagonistas reales, nos coma desde el minuto uno y no nos suelte hasta los créditos finales. Una película que engulle por momentos, eriza la piel y acelera el corazón con sutiles recursos propios de los clásicos del terror

A ello contribuye, por supuesto, la gran elección del casting. Empezando por la protagonista, Sandra Escacena, que da vida a Verónica (Estefanía). Una interpretación fantástica la de esta joven actriz. Frágil por momentos, siempre inocente y perseguida por el mal que acecha su alma. Pero a la vez decidida a combatirlo en defensa de los suyos. Simboliza ese paso a la madurez y las inquietudes, miedos y ansias de descubrir propias de la generación, ouija incluida. Pero por si no fuera poco su talento, Escacena es acompañada por Claudia Placer y Bruna González, las dos mellizas, y el pequeño Iván Chavero, que representan la inocencia pura frente al mal demoníaco. Juntos o por separado, los cuatro son un regalo al que le pone la guinda Ana Torrent, como la madre.



Con todo ello, Verónica es de largo la película de terror del año y una de las mejores del género en mucho tiempo. Quién sabe si punta de lanza nacional de una nueva oleada de obras cinematográficas inspiradas en sucesos paranormales reales. Sería todo un acierto de nuestro cine. Si la historia del matrimonio Warren funciona en la gran pantalla, por qué no lo iba hacer algo con sello español. Los resultados, con la película de Paco Plaza como baluarte, no tienen nada que envidiar. Ahí lo dejo.


Ficha Técnica


Título original: Verónica

Año: 2017

Duración: 93 min.

Género: Terror

País: España España

Director: Paco Plaza

Guión: Fernando Navarro

Música: Chucky Namanera

Fotografía: Pablo Rosso

Reparto: Sandra Escacena, Bruna González, Claudia Placer, Iván Chavero, Ana Torrent, Sonia Almarcha, Maru Valdivielso, Leticia Dolera

Puntuación: 8/10

2 comentarios:

  1. Desconocía esta historia. Que miedo siempre me ha dado jugar con temas paranormales, yo siempre he creido en ellos. Excelente post. Un saludo

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  2. Hay hipervinculado un enlace al reportaje que hizo Íker Jiménez sobre el caso real. Te lo recomiendo, como la peli. Terrorífica

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