El rey sigue siendo el rey decía el personaje de D'Angelo Barksdale en la primera temporada de esa maravilla de la televisión que es The Wire. En esa escena, el traficante de Baltimore utilizaba la pieza del rey en el ajedrez para explicar la importancia de esa figura, ya sea en célebre juego surgido en la India y desarrollado posteriormente por los árabes o a lo largo de la historia para tantas y tantas naciones o imperios.
La ausencia del soberano de una nación dejaba un vacío de poder en la misma que podía ser aprovechado por territorios colindantes para entrar en guerra o por usurpadores del trono, ávidos de poder y riqueza. En este último caso, la historia más popular es el poema épico creado por Homero, La Odisea.
La Guerra de Troya, los diez años posteriores en los que Ulises -también conocido como Odiseo- trata de volver a su isla, Ítaca, luchando con cíclopes, sirenas y otras criaturas mitológicas, así como la espera de su amada Penélope, que en un paradigma de fidelidad rechazaba a todos sus pretendientes con la mejor arma posible, la inteligencia y un telar como único instrumento, dan cuerpo a una epopeya que marcó a la humanidad y a tantas obras literarias posteriores.
Sobre la vuelta de Odiseo a su tierra trata El regreso de Ulíses, película dirigida por Uberto Pasolini. El cineasta hace una aproximación bastante fidedigna del texto original, con un Ulises que, tras 20 años de batallas, aventuras y penurias, regresa a su isla para descubrir una situación completamente distinta a la que dejó al partir a la Guerra de Troya. Pobreza, ambición y destrucción asolan tanto a su familia como a los ciudadanos de Ítaca. Con numerosos pretendientes ansiando el amor y la riqueza de la reina Penélope y con esta intentado esquivar su más que posible destino anhelando aún la vuelta de su marido.