sábado, 3 de junio de 2017

'Carnivàle': Un circo entre lo divino y lo terrenal

"Al principio de los tiempos, tras la Gran Guerra entre el Cielo y el Infierno, Dios creó la Tierra y le concedió su dominio a un astuto simio al que llamó hombre. De cada generación, nació un hijo de la Luz y un Hijo de las Tinieblas. Grandes ejércitos se enfrentaron de noche en la antigua Guerra entre el Bien y el Mal. Y apareció la magia; y la nobleza. Y una inimaginable crueldad. Y así fue, hasta el día en que un falso sol estalló sobre Trinidad, y el hombre decidió cambiar para siempre el milagro por la razón".



Poco tiempo. Limitado más bien. Y un sinfín de series pendientes en el cajón. El boom es impresionante, con todos los géneros explorados. Así pues, la elección es difícil. Pero de cuando en cuando, la vida permite un respiro y sacar ese momento en el que adentrarse en una de tantas historias divididas en capítulos. Y así llego, por un regalo del destino, a Carnivále. Solo dos temporadas; 24 capítulos; mucha miga que masticar.

Estamos en 1934, al sur de Estados Unidos, en plena Gran Depresión tras el crack bursátil de 1929. La gente se gana el pan como puede y, sobre todo, le dejan. Tarea difícil dada la situación. Y casi misión imposible para aquellos norteamericanos que suman a su carencia económica anomalías y taras físicas o, incluso mentales.

Los 'freaks' del 'Carnivàle'.

Para estos, el circo -como a lo largo de los siglos- es la única salida. Es el caso de Samson (Michael J. Anderson), el enano que viaja al frente de la caravana circense conocida como Carnivále. Y detrás de él, un puñado de freaks a su servicio. Lisiados, como su mano derecha Clayton Jonesy (Tim DeKay); videntes y con oscuros poderes mentales, como Apollonia (Diane Sallinger), su hija y telepática Sofie (Clea DuVall) o el viejo y siniestro Lodz (Patrick Bauchau). Y como no podía ser de otra forma, no faltan la mujer barbuda, la encantadora de serpientes, el gigante de feria o el hombre lagarto. Personajes variopintos culminados con prostitución y vodevil de tres al cuarto con Rita Sue (Cynthia Ettinger) y sus hijas detrás del pusilánime Félix (Toby Huss).

Hasta aquí todo normal. Un pequeño circo de los horrores que, ya desde el primer capítulo, da un vuelco a su rutina el día que recluta al joven Ben Hawkins (Nick Stahl), de tan solo 18 años. Los poderes de Ben son sobrenaturales, llegando a dar vida a aquello que ha muerto. Es una especie de elegido para el Bien y muy ligado a Henry Scudder (John Savage), quien guarda relación con el Carnivále.

Nick Stahl es Ben Hawkins y Clancy Brown, el padre Justin.

Pero para que exista el Bien tiene que existir el Mal. Aunque ambos beban de la misma energía (en una escena concreta se retrata a la perfección que ambos son lo mismo). En una especie de sueños regresivos, el joven Hawkins visualiza su pasado, pero también el futuro presente. Conecta con otra extraña fuerza humana y sobrehumana como el padre Justin (Clancy Brown), el pastor metodista que sueña con un mundo sin pobreza junto a su hermana Iris (Amy Madigan). Pero, al contrario que Hawkins, el padre Justin tiene otros métodos para conseguir su ideal de nuevo mundo. Sus caravanas están condenadas a chocar. Y ese campo de batalla es el Carnivále.

Los milagros existen

En síntesis, la fuerza de las dos temporadas de Carnivále reside en sus personajes, sus historias y la forma de contarlas. Y ahí me voy a centrar hoy: en lo que te hace experimentar el contenido de la serie. Cierto es que, en una lectura simplista, todo gira en torno a la eterna lucha del Bien y el Mal. Pero cuando uno tiene delante la serie producida por la HBO y creada por Daniel Knauf siente que está ante algo diferente.

Carnivàle son muchas historias que convergen en una. Todos los personajes tienen sus propios problemas; su idiosincrasia particular; vicios ocultos... Son una serie en sí mismos. Pero a la vez son meros peones frente a la batalla principal que disputan Ben Hawkins y el padre Justin. O lo que es lo mismo: Dios y el Diablo.

Clancy Brown, impresionante en su papel del padre Justin

Dar por cierta la existencia de uno es otorgársela al otro. Pero en este juego de dualidades, el poder de la mente es básico. De manera innata, el ser humano tiende a la dualidad y necesita crear antagónicos para que la existencia siga adelante. El principio de la polaridad es el axioma sobre el que se rige la vida. Y eso está presente en todos los personajes de Carnivále y en su desarrollo durante las 24 etapas. Estos viven sus propios condicionantes posicionándose, capítulo a capítulo, en un bando u otro. En el del milagro o la razón. Como en una partida de ajedrez, las piezas se van situando conforme a su experiencia en el tablero al servicio de Dios (milagro) o del Diablo (razón), preparados para enfrentarse, una vez más, de forma inexorable.

Pero como jugamos a la polaridad, y aproximándome ahora a una versión romántica de la serie de la HBO, lo sobrenatural también forma parte del día a día de los personajes de Carnivàle. Samson lo resume perfectamente en la intro. El propio Hawkins tiene poderes curativos que escapan a esa razón imperante, su Némesis. Y el padre Justin, como el Diablo, juega mas a la mente, de donde nace el Mal, y a través de ella gana adeptos. Fieles radicales dispuestos a darlo todo por su causa.

Samson, uno de los personajes principales de 'Carnivale'

De esta manera, el enfrentamiento de los dos en ambas temporadas se da en el terreno físico y también el onírico. El mundo de los sueños, su interpretación y aplicación es esencial en Carnivàle también. Ese surrealismo o milagro como Samson lo llama al principio, es la apuesta de los creadores de la serie. Se posicionan en aquello que trasciende a lo que la mente no puede controlar y a ello le llaman Bien. Porque el Mal, la razón pura y dura, es la que provoca guerras mundiales, bombas atómicas y esa Depresión en la que se ambienta Carnivále y de la que se vale torticeramente el padre Justin. Todo un palo a los fundamentalistas de la razón.

Una forma distinta de aterrorizar

Así pues, lo divino y lo humano; lo racional e irracional; los sueños y la realidad; la magia frente a la razón. Todo eso está en Carnivàle. Y todo eso, si se acomete con cierta sensibilidad, produce terror. El gran logro de Carnivále, aparte de entretener y contar de una forma distinta la disputa entre el Bien y el Mal, es el de conseguir aterrorizar de una forma nada común y casi sin proponérselo.

Clea DuVall y Nick Stahl comparten momentos en la caravana.

El poder de la imagen para expresar esa dualidad que da miedo, sí, es básico. Sin embargo, el contenido arrasa a la forma, a pesar de que su fotografía, decorados, música y vestuario son perfectos. Y ello porque, aparte de lo divino, los personajes no dejan de ser humanos como ya hemos dicho. Gente de a pie. Identificable. Más durante la gran Depresión. Y lo que les ocurre en medio de la batalla trasciende la pantalla.

Forma y contenido, pues, tienen tal fuerza que, por momentos, hay que parar la serie y reflexionar. El tiempo se para. Porque Carnivále tiene esa peculiaridad de dejarte boquiabierto en el momento oportuno. Más si tu paladar seriéfilo no es de consumo rápido y gustas de algo que vaya más allá del mero entretenimiento -que repito, lo consigue-.

Y lo importante es lograr, en mi caso está quedando y ha quedado más que claro, que uno se formule preguntas mientras vive las propias experiencias de los freaks del Carnivále. Es una tarea difícil, pero ahí está también el hecho de saber elegir un gran reparto. Ninguno sobra y todos son perfectos. Empezando por los dos principales protagonistas, Stahl y Brown, que acostumbrados a papeles secundarios están brillantes en sus roles, como el resto del casting.

Solo cabe añadir que, si has llegado hasta aquí, espero te hayas dado cuenta de que lo importante en Carnivale es el poso que dejan sus dos temporadas cortadas de mala manera por las audiencias. Para saber cómo se desarrolla esa polaridad, te recomiendo que, con paciencia, le des una oportunidad a los 24 episodios. Tiene mucha más leña que cortar, es obvio. Pero esta madera -que espero no ladrillo- que has leído es la que necesitaba talar.


Ficha Técnica


Título original: Carnivàle (TV Series)

Año: 2003

Duración: 60 min.

Temporadas: 2; 24 capítulos

Género: Fantástico / Religión / Drama / Terror / Road Movie

País: Estados Unidos Estados Unidos

Director: Daniel Knauf (Creator), Rodrigo García, Jeremy Podeswa, Jack Bender, Tim Hunter,  John Patterson, Scott Winant

Guion: Daniel Knauf, Dawn Prestwich, William Schmidt, Nicole Yorkin, Ronald D. Moore, John J. McLaughlin, Tracy Tormé, Toni Graphia, Henry Bromell

Música: Jeff Beal

Fotografía: Jeff Jur, James Glennon, Jim Denault

Reparto: Nick Stahl, Clancy Brown, Amy Madigan, Michael J. Anderson, Tim DeKay, Clea Duvall, Patrick Bauchau, Debra Christofferson, Diane Salinger, Adrienne Barbeau, Toby Huss, Cynthia Ettinger, Carla Gallo, Brian Turk, Ralph Waite, John Carroll Lynch, Robert Knepper, John Savage, John Hannah

Premios: 2004: 8 nominaciones al Emmy, incluyendo mejor fotografía y música
                2003: 5 premios Emmy: fotografía, dir. artística, vestuario, peluquería y títulos

Puntuación: 9/10

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