lunes, 2 de julio de 2018

"Retorno es un viaje hacia dentro, donde el camino es lo más importante y no la meta final"

César despierta en una isla desierta magullado. No recuerda nada. Ni quién es, ni de dónde viene. La angustia se apodera de este ejecutivo de unos 40 años de edad. Y se acrecienta cada día que pasa mientras los recuerdos se agolpan en su cabeza. Ecos de otro tiempo, de otras vidas que llevan al límite de su cordura a César.

Eso es Retorno, película dirigida por el joven cineasta español Marcos Callejo, con un presupuesto de 3.025 euros, rodada íntegramente en Mallorca y protagonizada por una veintena de actores con un nexo en común: José Torresma. Él es César, el hilo conductor de la historia. El núcleo y la respuesta a toda la montaña de preguntas que se nos avecinan. Y con él emprendemos este viaje a través de las emociones, la filosofía y el espíritu.



"Es un inicio un poco Lost, incluso Naúfrago, aunque seguimos caminos muy distintos. En Retorno nos metemos a temas más existenciales y eso es lo interesante", confiesa el actor mallorquín que durante toda la película tiene que responder a muchos interrogantes que se van planteando. Así el ritmo y la trama van 'in crescendo'. "A medida que transcurre el largometraje se van averiguando esos interrogantes".

Y quizá lo más interesante de todo, coincido con José, es que "el espectador se siente identificado y se pregunta cosas de su vida. Es un viaje hacia dentro, donde el camino es lo más importante y no la meta final. Hablamos de cómo somos los seres humanos, cómo no hemos cambiado tanto desde la Prehistoria, hasta la actualidad. Somos animales que no queremos comprender, que cometemos los mismos errores a pesar del aprendizaje". De dónde venimos y hacia donde vamos. Como los poetas románticos.

Porque Retorno habla de la espiritualidad, pero también de la evolución, si se quiere, hacia otros niveles. Una forma de crecimiento personal y humano. ¿Y cómo se hace eso? Pues a base de "comprender, entender y escuchar a los demás. No vemos más allá de nuestras narices y somos muy narcisistas", reconoce el protagonista del filme.

Ese es uno de los puntos fuertes del trabajo de Callejo. Tratar al espectador como se merece: un ser inteligente que se cuestiona su realidad. "Retorno es una película ideal para que después se comente cenando o paseando y analizar, entre otras cosas, el por qué estamos aquí y otro tipo de preguntas universales. Es un cine que te plantea preguntas y no respuestas", afirma convencido el actor balear.

Una vida condicionada

Retorno es una viaje a de la Prehistoria a la actualidad, pasando por la Grecia clásica, la Edad Moderna, el Romanticismo o los años Ochenta hasta llegar a la situación desesperada de César. Un tipo soberbio y egoísta que se enfrenta a sí mismo y a unos recuerdos aterradores. Un personaje, aún así, del que se puede extraer mucho conocimiento de una vida condicionada.

"César me ha aportado humildad. Porque él no es humilde. Es soberbio. Pero también me ha hecho aprender que una persona así sufre y hay que intentar no juzgarla o entenderla y darle amor y no rechazo. Me ha hecho madurar, de darme cuenta de cosas que tenía enterradas dentro de mí, sacarlas analizarlas y encontrar el por qué a cómo me comporté en su día de una forma y no de otra. Me ha hecho reflexionar y analizar muchas cosas de mi vida y sin duda es el mejor personaje que he tenido hasta la fecha".

Queda claro, a estas alturas, que ponerse frente a Retorno es hacerlo ante uno mismo. Una especie de terapia, de toma de conciencia de por qué somos como somos. Un camino en el que la espiritualidad de cada uno gana significado. José lo tiene claro ante esta cuestión.

"Sí, soy espiritual. Creo que somos almas y tenemos un aprendizaje en este mundo. Cuando nos vamos pasamos en otro estado, a otra vida y seguimos aprendiendo. Por eso creo que la película es muy importante en una sociedad, la de hoy, donde nos hemos vuelto más cínicos, de vivir la vida a tope y creo que es importante vivir con fe. El universo nos da y nos quita, depende como nos comportemos y eso es lo interesante. Por eso conecté con el personaje y eso me ayudó mucho".

Hollywood, un punto de inflexión en la carrera

Hace tres años, José Torresma emprendió uno de los viajes que le cambió "a nivel vital y profesional". Hizo las Américas y siguió sus estudios de interpretación en Hollywood. "Aquello es muy exigente. Desde una preparación muy exhaustiva de Shakespeare en ingles antiguo, lo más difícil en mi vida (ríe), a la utilización de diafragma, voz, canto, gimnasia, declamación, actuación ante cámara y preparar un casting, charlas psicológica más personales. Alucinante", reconoce.


En Hollywood, "exploran todos los campos, como la improvisación para que estés cubierto, no haya ninguna laguna ni vacío. Hay trabajo fuera de clase, hay que preparar escenas en casa, volcarte y llegar al sentimiento hasta el punto de decir: esta mirada que has hecho denota que no estabas conectado con el personaje. Miran hasta el parpadeo de los ojos, donde pueden ver si estás dentro o fuera del personaje. Porque eso en cámara, en un primer plano, te puede destrozar la escena".

En este sentido, José tiene claro que "ese nivel de exigencia lo necesitaba para el papel de César, del que estoy agradecido y encantado". Por eso ahora, tras tres años de periplo, se ve capaz de "interpretar cualquier personaje, sin juzgarle. Hasta los más atroces".

Y como César -eso tendréis que descubrirlo- el actor mallorquín también ha encontrado su camino. porque "al final si visualizas un camino llegará. Tarde o temprano todo llega y eso creo que es lo bonito, tener claro hacia dónde quieres ir. César no lo tiene claro, pero debe aprenderlo en la película. Y en la vida pasa lo mismo, hay que atravesar distintos estados, pruebas y aprendizajes antes de llegar al punto final".

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