sábado, 16 de mayo de 2020

'El nadador': Burt Lancaster se hunde en piscinas de miseria

Desde mis primeras aproximaciones al cine, recuerdo a Burt Lancaster como uno de mis actores favoritos. Imponente siempre en pantalla. Ya sea chantajeando en Broadway, batiéndose el cobre en OK Corral o como héroe de la montaña, Lancaster es un tipo genial. Hablo en presente, porque todavía hoy sigo descubriendo películas suyas, pese a dejarnos allá por 1994.

Uno de esos hallazgos ha sido gracias al canal TCM, con El nadador (1968). De nuevo con ese porte majestuoso, Burt Lancaster irrumpe entre las aguas, como una suerte de Neptuno, y canaliza toda la trama de esta película, dirigida por Frank Perry, que es un 'dramon' de esos de quitar el hipo.


El actor neoyorquino es Ned Merril, un tipo "afortunado", que vive en una urbanización de lujo, con vecinos de alta alcurnia. Un día, bañado por el sol, se da cuenta de que puede llegar a su casa nadando por las piscinas de las fastuosas mansiones que lo rodean. Inicia así su aventura, encontrándose por el camino a una sexual exadolescente, a alguna de sus amantes, un niño descarriado, una madre que ha perdido a su hijo... Todos ellos, parte de su pasado y presente.

Burt Lancaster, en un día cualquier, "asalta" las viviendas de sus vecinos para nadar en sus piscinas.

El nadador es una suerte de divina comedia, partiendo de un día soleado, hacia una tormenta descomunal. Lo que comienza como algo divertido se transforma en pesadumbre. Un recorrido por el valle de lágrimas, donde su luminoso inicio se torna en nubes oscuras, a punto de descargar.

El trabajo de Frank Perry es un drama psicológico cargado de simbología. Es más, diría que esa es su principal virtud, la cantidad de alegorías que enmascaran sus planos, algunos de ellos: primeros angustiosos. Porque su argumento, en sí, es bastante tonto. Un individuo, solo en bañador, se cuela en las casas para nadar en sus piscinas. Ya está.

Burt Lancaster, como Ned Merril, vive de una privilegiada situación.

En verdad, cuesta entrar en ella por eso mismo. De hecho, por momentos, hay varios sin sentidos que lentamente cobran significado en la cabeza. Y entonces, sus metáforas se revelan. Será posteriormente a su visionado, tras un momento de reflexión. Escenas, algunas bastante desagradables para la época, que van casando en esta especie de descenso a los infiernos de Burt Lancaster.

Y por supuesto, una crítica feroz a la sociedad de su tiempo. Mucho lujo, cero empatia y nada de humanidad. Esas opulentas casas, que en en su interior esconden la podredumbre humana. Personajes incapaces de disfrazar sus miserias, pese a sus apuestos trajes. En esas aguas de mezquindad, Lancaster no nada, se hunde. El agua cristalina es solo un espejo turbio de su realidad.

En su periplo por las piscinas del vecindario, Merril se encuentra a personas de su pasado.

Algo parecido a otros trabajos posteriores, como Gente corriente (Robert Redford) o La tormenta de hielo (Ang Lee), por citar solo dos ejemplos que me vienen ahora a la mente. Obras que escarban entre la pobreza espiritual de la clase media/alta acomodada, donde los personajes son pura fachada que trata de ocultar el dolor de una existencia paupérrima.

Todo eso está en El nadador. Una película apta solo para días de cierta lucidez mental. No recomendable para aquellos que estéis en horas bajas, pues acabará por destrozaros. Es más, en su estreno fue un auténtico fracaso, pero con el tiempo acabó convirtiéndose en obra de culto. Como su protagonista, un actor capaz de hacer la carcajada más trágica que puedas ver en pantalla.


Ficha Técnica


Título original: The Swimmer

Año: 1968

Duración: 95 min.

Género: Drama

País: Estados Unidos Estados Unidos

Dirección: Frank Perry

Guion: Eleanor Perry (Historia: John Cheever)

Música: Marvin Hamlisch

Fotografía: David Quaid

Reparto: Burt Lancaster, Janice Rule, Janet Landgard, Tony Bickley, Marge Champion, Bill Fiore, Kim Hunter, Nancy Cushman

Puntuación: 8/10

2 comentarios:

  1. Me has hecho que quiera verla.........la conocía, pero no me había llamado la atención.
    Un saludo

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