viernes, 8 de enero de 2021

Michael Caine: "Adiós 'trampa de la muerte', has hecho honor a tu nombre"

¡Qué tramposa es la muerte! Sally Field le decía a Tom Hanks en Forrest Gump, que la muerte forma parte de la vida. Y Max von Sydow le daba jaque en El séptimo sello. La muerte está donde menos te lo esperas, acechando. Sabe camuflarse y mostrar su cara en el momento preciso. Cuando más confiado estás, te tiende su trampa y ya eres suyo.

La trampa de la muerte no solo es una alegoría de la vida, sino también una de esas joyas escondidas del cine de los ochenta. Concretamente: 1982, cuando el eterno Sidney Lumet adaptaba a la gran pantalla la novela de Ira Levin. Una mezcla entre la intriga, la comedia negra y el crimen, con un aire muy teatral y un reparto encabezado por Michael Caine y Christopher Reeve, que están perfectos.

Y decía muy teatral, porque Deathtrap (título original) pone en escena a Michael Caine, en la piel de Sidney Bruhl, un dramaturgo en horas bajas, que sufre el varapalo de la crítica en su último estreno. El día de su enésimo fracaso recibe el libreto de una nueva obra, que firma un exalumno suyo: Clifford Anderson (Christopher Reeve).

El texto es tan bueno, que Bruhl ve en él una puerta a reencontrase con el éxito. Para ello planeará asesinar a Anderson y adueñarse de su creación. Eso si antes consigue que su esposa (Dyan Cannon) comulgue con su idea. 

Y hasta aquí puedo leer, pues si por algo es tan buena La trampa de la muerte es por los giros de guion que propone el texto de Jay Presson Allen. Encerrados en un salón, los protagonistas son engañados una y otra vez por la dichosa parca, en una suerte de comedia de enredo, donde el argumento es más goloso todavía merced a grandísimas interpretaciones.

Empezado por Michael Caine, brillante en esos abscesos de ira, por momentos histriónico y muy, muy divertido. Una vis cómica que el británico suele mostrar con elegancia y compostura, pero que aquí se convierte en un torbellino, al mismo estilo que en la deliciosa Sin Pistas. Y junto a él, un arrebatador Christopher Reeve, que deja a un lado Superman, para ponerse un traje, a caballo entre el humor y la sociopatía. Deslumbrante y apabulladora la química entre los dos, que años más tarde compartieron planos también en la notable ¡Qué ruina de función!, la también comedia teatral de Peter Bogdanovich.

Tal vez el punto flaco del trabajo humano lo ponga Dyan Cannon, bastante inferior a su compañera femenina Irene Worth. No en vano, Cannon fue nominada a los Razzie de la época, y con merecimiento. Poca chispa la suya.

Sidney Lumet que estás en los cielos

Como decía al principio, el que madeja y desenreda todos los hilos que van surgiendo en ese nada acogedor salón, es un director irrepetible como Sidney Lumet. Y digo madejar, porque en medio del barullo y los vaivenes del impecable guion, su cámara te ayuda a no perderte y mantener en vilo la emoción. Algo por otro lado, muy típico en Lumet. 

Sabes que fue uno de los grandes, cuando recuerdas que hizo obras maestras como Doce hombres sin piedad, Tarde de perros, Network, El príncipe de la ciudad, Asesinato en el Orient Express o Serpico, y de repente descubres una comedia minimalista como Deathtrap, donde sin hacer mucho ruido, te lleva al cielo del entretenimiento en un pis pas. 

En todas esas producciones, los protagonistas siempre llegaban al límite de sus capacidades. En el extremo, Lumet sacaba lo mejor de ellos. Y si era en ambientes cargados, asfixiantes, como en una olla a presión a punto de estallar, más aún. La trampa de la muerte vuelve a ser una prueba de todo ese universo construido por el cineasta estadounidense, al que vale rememorar en cualquier momento.

 

Ficha Técnica

Título original: Deathtrap 

Año: 1982

Duración: 116 min.

Género: Comedia Negra / Intriga / Thriller / Crimen / Homosexualidad

País: Estados Unidos Estados Unidos

Dirección: Sidney Lumet

Guion: Jay Presson Allen (Novela: Ira Levin)

Música: Johnny Mandel

Fotografía: Andrzej Bartkowiak

Reparto: Michael Caine, Christopher Reeve, Dyan Cannon, Irene Worth, Joe Silver, Henry Jones, Tony DiBenedetto, Jenny Lumet

Puntuación: 8/10

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