Steven Soderbergh es un director muy, muy peculiar. Sabe como pocos dominar a un reparto coral, lleno de estrellas, y repartir minutos sin dañar sus egos. No solo eso, sino que consigue que se mezclen, en una suerte de laberinto, con una salida satisfactoria en el noventa y nueve por ciento de los casos.
Como un pequeño cabroncete, el ganador de un Oscar por Traffic (obra maestra) lanza las piezas del puzzle sobre la mesa, las revuelve hasta marearte y te dice algo así como: atrévete a unirlas. Eso sí, no es tan sádico y te echa una mano, descubriendo un cuadro final de notable alto. O al menos es el caso de su último trabajo hasta la fecha: Sin movimientos bruscos, estrenada directamente en HBO Max.