Se suele decir que los atentados del 11 de septiembre de 2001 en Nueva York cambiaron el curso de la historia. Parte de razón hay, pues ahí está la Guerra de Afganistán, la segunda Guerra del Golfo, las primaveras árabes, la brutal crisis económica o el resurgimiento de los nacionalismos.
Y también a partir de aquel fatídico día, un hombre consiguió el poder absoluto de la primera potencia del mundo. Lo hizo desde la sombras, lanzando su caña de pescar y esperando con la paciencia de tantos años como burócrata a que un incauto (George W. Bush hijo) picara. Así es como Dick Cheney se convirtió en el 'capo' de Washington. Casi el amo del mundo. Haciendo y deshaciendo a su antojo, sin dar explicaciones y sin calibrar unas consecuencias aún hoy visibles.
Y también a partir de aquel fatídico día, un hombre consiguió el poder absoluto de la primera potencia del mundo. Lo hizo desde la sombras, lanzando su caña de pescar y esperando con la paciencia de tantos años como burócrata a que un incauto (George W. Bush hijo) picara. Así es como Dick Cheney se convirtió en el 'capo' de Washington. Casi el amo del mundo. Haciendo y deshaciendo a su antojo, sin dar explicaciones y sin calibrar unas consecuencias aún hoy visibles.