martes, 23 de diciembre de 2014

'Smoke': El placer de las cosas sencillas

El mundo del celuloide siempre ha estado muy unido a la literatura, adaptando a la gran pantalla exitosas novelas o con la participación activa de novelistas de renombre. En la época de oro del cine norteamericano, también conocida como "Hollywood clásico" -período transcurrido entre 1939 y 1960 aproximadamente- fueron varios los escritores famosos que probaron fortuna en el séptimo arte firmando alguno de los mejores guiones de aquel momento. Nombres como John Steinbeck -¡Viva Zapata!-, William Faulkner -Tener y no tener, El sueño eterno- o Ray Bradbury -Moby Dick- pusieron su talento y oficio al servicio de los estudios cinematográficos.

En el año 1995, el autor Paul Auster realizó el guión de una de las mejores películas de la década, Smoke; una obra coral con varias historias que se cruzan y coinciden entre sí, desarrollada en las calles que el propio escritor tan bien conoce, las del barrio neoyorkino de Brooklyn. Dirigida por el cineasta hongkonés Wayne Wang -El club de la buena estrella, Mil años de oración- nos cuenta la historia de Auggie Green -Harvey Keitel (Reservoir Dogs, Clockers)-, dueño de un estanco que sirve de punto de encuentro para los habituales de las tertulias del barrio, pero también como lugar físico en el que se desarrollará parte de la trama.

Harvey Keitel es Auggie Green, el entrañable estanquero en cuyo local se reúnen personajes variopintos.

De esta forma, por el establecimiento circularán, entre otros, Paul Benjamin -William Hurt (El turista accidental, Al filo de la noticia)-, prestigioso escritor que atraviesa una crisis creativa desde el fallecimiento de su esposa -y seudónimo ocasional de Auster-. Paul, debido a un fortuito choque, conoce a Rashid -Harold Perrineaud Jr. (Blood & Wine, La noche más oscura), un joven problemático que busca a su padre, al que aún no conoce, Forrest Whitaker -Bird, El último rey de Escocia- .


William Hurt es Paul Benjamin, el escritor que encuentra la inspiración en el local de Auggie

Los principales temas que Auster ha desarrollado durante toda su carrera literaria, como el azar, el sobreponerse a duros reveses que la vida puede plantear -la pérdida de un ser querido, por ejemplo-, la ausencia de la figura paterna y el descubrimiento de la misma -cuestiones que todos sus lectores han podido leer en novelas tan representativas como El palacio de la luna, El libro de las ilusiones o La música del azar- inundan la película de Wang. La amistad también es un factor muy importante en la evolución del argumento, en especial la que surge entre los personajes de Keitel y Hurt.

La amistad surgida entre Auggie y Paul es una de las más entrañables que se recuerdan en el cine.

El hecho de abrir el estanco, cuando el establecimiento ya se encontraba cerrado para venderle una cajetilla de tabaco a Paul Benjamin, es uno de los principales desencadenantes para dicha relación. A partir de ahí, el escritor descubre la figura de Auggie, singular comerciante que cada mañana realiza una foto de la calle con sus viandantes y la guarda como si de una joya se tratase en un álbum personal. Cada foto es diferente de la anterior y posee su propia historia, al igual que la cámara con la que se realizan, cuyo origen se explica en el magnífico cuento de Navidad que cierra esta gran obra.

Actores en estado de gracia

Uno de los principales valores que tiene Smoke es su reparto. Los cuatro protagonistas bordan sus papeles. Especialmente Keitel y Hurt, sin olvidar al joven Perrineau, cuyo trabajo suponía su debut en la gran pantalla. Son ellos los que cargan con el peso de la historia, acompañados por el propio Whitaker y por artistas como Stockard Channing -la inolvidable Rizzo de Grease- , Ashley Judd -Heat, Doble traición- o Giancarlo Exposito -Sospechosos habituales, Noche en la tierra-. 


El conjunto de actores saben captar la esencia de sus personajes y la plasman a la perfección; junto con los exteriores, las calles de Nueva York y aspectos tan particulares de las mismas como los archiconocidos taxis, el equipo de béisbol de la ciudad (los Yankees) y en especial el humo del tabaco, que inunda la pantalla y crea una neblina perfecta para disfrutar de la película, sea el espectador fumador o no, generando la atmósfera idónea que había imaginado Paul Auster cuando escribió el guión.


El séptimo trabajo de Wayne Wang fue estrenado a mediados del año 95. Unos meses más tarde, llegaba a las pantallas su secuela, Blue in the face, que si bien no era una continuación, si contaba con el mismo director, guionista y parte del reparto original. No tuvo tanto éxito, ni de crítica ni público, pero se ve con agrado y simpatía. Y es que, llegar al nivel de Smoke era un reto bastante difícil. Solamente por disfrutar del cuento que cierra la obra, ya merece la pena -aderezado con el Innocent when you dream de Tom Waits que quita el sentido. Espectacular-. Un epílogo que pone el broche de oro a esta obra maestra del cine norteamericano reciente.


Ficha Técnica


Título original: Smoke

Año: 1995

Duración: 112 min.

Género: Drama / Historias cruzadas

País: Estados Unidos 

Director: Wayne Wang

Guión:  Paul Auster

Música: Rachel Portman

Fotografía: Adam Holender

Reparto: Harvey Keitel, William Hurt, Harold Perrineau, Forest Whitaker, Stockard Channing, Ashley Judd, Giancarlo Esposito, José Zuñiga, Victor Argo, Erica Gimpel

Premios: 1995: Festival de Berlin: Oso de Plata (Premio especial del jurado)
               1995: Premio David di Donatello: Mejor actor extranjero (Harvey Keitel)
             
Puntuación: 10/10

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