viernes, 5 de marzo de 2021

'Remando al viento': El mito de Frankenstein y una obra maestra del cine español

"Tuve un sueño, que no fue un sueño. 
El sol se había extinguido y las estrellas 
vagaban a oscuras en el espacio eterno, 
sin luz y sin rumbo, y la helada tierra 
oscilaba ciega y negra en el cielo sin luna; 
llegó el alba y pasó, y llegó de nuevo, sin traer el día".

Así arranca Oscuridad, escrito por Lord Byron en el verano de 1816. Y también es el punto de partida de una de las películas más fascinantes de la historia del cine español: Remando al viento, escrita y dirigida en 1988 por Gonzalo Suárez


Unas estrofas leídas por la inconfundible voz de José Luis Gil (Hugh Grant en su versión original), letras en blanco sobre negro y secundadas por las asombrosas notas de Fantasía Tallis, compuesta por Ralph Vaughan Williams a principios del siglo XX. Música que va ir apareciendo a lo largo del filme, en los momentos más emocionantes de la trama.

Mientras empiezas a volar con la composición de Vaughan, la imagen se torna en una mar helado, una respiración acompasada y un velero que surca las aguas cual Caronte atravesando la Laguna Estigia. La voz de Byron (Grant-Gil) se apaga y deja paso a nuestra protagonista, Mary Wollstonecraft Godwin -brillantemente interpretada por Lizzy McInnerny. Vaya lección-


"Estoy sola. Como en las páginas de mi libro he venido hasta los confines helados del universo, para encontrarme con la horrible criatura que mi imaginación concibió". Ese monstruo no es otro que Frankenstein. Una bestia nacida de la muerte, del miedo, de los traumas de una escritora enlutada, que a duras penas puede seguir escribiendo y recuerda con melancolía, cómo se fraguó el mito del Moderno Prometeo. Su memoria es el motor de la historia que sirve en pantalla el maestro Suárez.

El flashback más hermoso de nuestro cine

Con esta sensibilidad espeluznante arranca una película, insisto, hermosa de principio a fin. Un canto al arte, que fusiona cine y literatura en poco más de hora y media. Una cinta que capta la esencia del movimiento romántico, donde forjaron su leyenda Mary Wollstonecraft Godwin, Byron, Polidori o el poeta Percy Bysshe Shelley.


Con ese poderoso inicio, Gonzalo Suárez nos invita a remar en uno de los flashback más bellos que recuerdo del séptimo arte, dentro y fuera de nuestras fronteras. Y si no es uno de los más extensos, al menos se acerca. Aún así, no sobra nada y todo está perfectamente armonizado en esta obra maestra

"Estoy sola. Como en las páginas de mi libro he venido hasta los confines helados del universo, para encontrarme con la horrible criatura que mi imaginación concibió".


La película se ambienta, como digo, en 1816, el año sin verano. Tras las Guerras napoleónicas, Mary, su hermana Claire -Elizabeth Hurley- y el poeta Shelley -Valentine Pelka-, marchan hacia Ginebra, a pasar el estío junto a Byron, "recluido" en una vieja villa europea con su asistente personal, el médico y poeta John Polidori -excepcional papel de José Luis Gómez-.


"Escribamos cada uno de nosotros un cuento de terror, pues el terror es lo único que permanece". Así, en este año, Mary Wollstonecraft Godwin se hace amiga íntima de Byron, se enamora y une en cuerpo y alma al poeta Shelley, y la historia la recordará desde entonces como Mary Shelley, la creadora de Frankenstein, la que da vida a la materia a través de la imaginación.

El guión, la base del éxito

El éxito de Remando al viento tiene su base en la fuerza de los personajes y un sólido guión. Los diálogos constituyen una pieza clave para disfrutar de la batalla dialéctica que protagonizan unos intérpretes de diez. 


Empezando con el tándem que forman Hugh Grant y José Luis Gómez. Sí, Grant relanzó al cine español en un año, 1988, sublime para nuestra industria. Un año donde se encontraron otros títulos que luego abordaré. Los dos ponen en escena esa tensión que siempre existió entre el soberbio Byron y el falso humilde Polidori. De hecho éste último se "vengó" de su 'jefe' con El vampiro, obra cumbre y arquetipo del personaje romántico. 

A la par, Lizzy McInnerny y Valentine Pelka son el yin yang de un todo perfecto. La contrarréplica a la pareja anterior, con la que también se envuelven en secuencias brillantes. Y entre medias, una Elizabeth Hurley que se va apagando poco a poco pero raya a buen nivel. 


"Me arrepiento de los pecados que todavía no he podido cometer", o "De las mujeres solo pido que tengan el suficiente cerebro para poder admirarme, pero no tanto como para ser admiradas", son solo la evidencia de un texto rico en prosa, que capta la naturaleza del ideal romántico. Frases que llevan a Hugh Grant al Olimpo de la interpretación. Impresionante en su rol, como el resto de sus compañeros. Y a pesar de ello, estamos ante uno de esos títulos desconocidos por el gran público.

La muerte y el sueño

El trabajo de Gonzalo Suárez, pues, es un homenaje a una época cuya simbología se asienta sobre la muerte y el sueño. Dos atributos que confeccionan al Moderno Prometeo. El Frankenstein de Suárez y Shelley, que interpreta José Carlos Rivas, aparece en la película como el presagio del óbito. La suerte de la parca, que acecha en cada esquina. Una criatura tétrica y siniestra, pero a la vez cautivadora. Con las notas de Fantasía Tallis de fondo, su fuerza es apabullante. Te absorbe como a las vidas que está a punto de consumir.


"Si has tenido poder para escribir nuestro destino, ten ahora fuerza para aceptarlo"
. Con esta frase de Grant a McInnerny, que simboliza el poder de la mente creadora, colocándonos como dueños de nuestra fortuna y desgracia, se resume de una película, rodada con 300 millones de pesetas de la época, donde el director sube a la cima de unos pocos privilegiados. 

La melancólica Mary solo hallará consuelo si es capaz de asumir lo que su imaginación ha creado. "Jamas volveré a traer a este mundo un ser destinado a morir".


Yvonne Blake
Es imposible no asistir ojiplático ante semejante puesta en escena, ayudada por el majestuoso diseño de vestuario confeccionado por la también legendaria Yvonne Blake. La fuerza del guión es semejante a la de los trajes de época que visten a estos perfectos actores. Blancos inmaculados o prendas arco iris para equipar a un Byron, diseñado entre el pirata barroco y el soldado romántico. 


En las mujeres, por su parte, Blake dibuja un vestuario a caballo entre el pudor y el erotismo. Cuando las personajes están en la puritana Inglaterra, predomina la sobriedad, así como el negro en los momentos de luto. Mientras que en Venecia y Ginebra, la sensualidad y libertad del movimiento literario, a través de los trajes, inunda la pantalla. Como inglesa de origen, Yvonne Blake conoce las pautas para construir este vestuario, que junto a la fotografía, son un valor añadido a la trama.


Unos escenarios también acordes al desarrollo argumental que filma Suárez. Desde los gélidos mares del norte, a las cálidas tierras latinas. El agua se mueve al son de la respiración de una bestia que ha cumplido su misión, o como ese corazón que bombea sangre, alegoría de la vida que consumen los personajes hasta que se topen con su destino. La guinda es el juego de luces sobre el que el cineasta coloca la cámara, y a partir de ahí crea, sin más intención que el arte por el arte.

El hombre que derrotó a Almodóvar

Si no ha quedado claro, recalco que Remando al viento es fascinante. Una película a la que acudir siempre en momentos de lucidez. Decía que en el contexto de su estreno, 1988, supuso un soplo de renovación a nuestro cine, a pesar de su dramatismo. 


Eso contrastaba con la competidora de su época, tal vez la mejor película de Pedro Almodóvar: Mujeres al borde de un ataque de nervios. Pues bien, en los premios Goya, Gonzalo Suárez fue capaz de derrotar al manchego en su pugna por el 'cabezón' a Mejor Director. Sin embargo éste se cobraría su venganza con la Mejor Película.

El caso es que Remando al viento cosechó aquel año seis premios más, por supuesto el de Fotografía y Vestuario. En cambio José Luis Gómez, a pesar de su excepcional actuación, no pudo con otro titánico José Sazatornil en Espérame en el cielo, otra de esas joyas escondidas del cine patrio.



Ficha Técnica


Título original: Remando al viento

Año: 1988

Duración: 96 min.

Género: Drama / Romance / Hechos Reales 

País: España España

Dirección: Gonzalo Suárez

Guion: Gonzalo Suárez

Música: Alejandro Massó

Fotografía: Carlos Suárez

Reparto: Hugh Grant, Lizzy McInnerny, Valentine Pelka, Elizabeth Hurley, José Luis Gómez, Virginia Mataix, Bibiana Fernández, Josep Maria Pou, Miguel Picazo, José Carlos Rivas, Aitana Sánchez-Gijón

Premios: 1988: 6 Premios Goya: incluyendo mejor director y fotografía.
                1986: Festival de San Sebastián: Mejor director

Puntuación: 10/10

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