martes, 13 de febrero de 2024

'La edad de la inocencia': El deseo y el amor, prisioneros en la burguesía neoyorkina del siglo XIX

Hace unos días, Martin Scorsese visitaba nuestro país para dar una charla en la Academia de Cine en Madrid y promocionar, de paso, su último trabajo: Killers of Flower Moon. Los presentes en dicho acto, todos ellos unos privilegiados por compartir espacio con el gran cineasta neoyorkino, pudieron disfrutar de su sabiduría, su amor por el cine, que se desprende en cada acto en el que participa y sus ganas de seguir trabajando -un regalo para todos aquellos que gozaos con esto del séptimo arte-.

Porque, aunque entendemos en cine como entretenimiento en primer lugar, seguido de su vertiente artística, cuando hablamos de determinados autores, la palabra arte se sitúa por delante. Es el caso de Scorsese. Quizá para el gran público, el octogenario director estará ligado al mundo de la mafia en la gran pantalla. Es posible que su gran título, aquel que se nos viene a la cabeza en primer lugar sea Uno de los nuestros, pero todas y cada una de sus películas son acontecimientos para disfrutarlos frente a la pantalla.

Terminado el contexto, y declarando que quizá el bueno de Martin sea mi director favorito, me veo en la necesidad de confesar  un pecado cinéfilo: no había visto La edad de la inocencia. Era de esos filmes que me faltaban por ver junto con The last Waltz y El aviador. En parte por hacer como el que disfruta de un buen vino, que deja alguna de las botellas de las mejores bodegas para ocasiones especiales o para tener algo bueno que echar en la copa en un futuro cercano, aún no había disfrutado de esos trabajos de Scorsese.

Apartado, en cierto sentido, de todo lo que había realizado anteriormente, Scorsese llevó a la gran pantalla la novela de la ganadora del Pulitzer, Edith Wharton. Ambientada en la segunda mitad del siglo XIX, la historia se centra en Newland Archer -Daniel Day Lewis- un joven abogado perteneciente a la alta sociedad neoyorquina prometido con May Welland -Winona Ryder-, una joven de su mismo estrato social. Sin embargo, sus sentimientos cambian cuando conoce a la prima de May, la condesa Olenska -Michelle Pfeiffer- que vuelve a Nueva York tras separarse de su autoritario marido. La personalidad y la belleza de la condesa harán que la vida de Newland sufra un vuelco.

Alejándose de la violencia física, de las armas y la sangre, Scorsese retrata a la perfección la alta sociedad norteamericana de hace ya algo más de siglo y medio. Y quizá ese envoltorio que cubrió su decimoquinto trabajo para la gran pantalla fue uno de sus grandes enemigos. ¿Qué hace este director en un drama de época? Darnos, una vez más, una lección de cine.

No hay plano en la película que sobre, todo está medido al milímetro. En un perfecto trabajo en equipo en el que brillan, tanto la fotografía de Michael Ballhaus, la música de Elmer Berstein, la cuidada y precisa ambientación de Dante Ferreti y el sobresaliente montaje de la eterna Thelma Schoonmaker, La edad de la inocencia atrapa al espectador y le sumerge en los supuestos encantos -discretos, que diría Buñuel- de la burguesía.

La tiranía de la alta burguesía

Y en ese sumergimiento, o a través de él, mejor dicho, el espectador se da cuenta que el bueno de Marty no se ha distanciado tanto de uno de sus temas favoritos, la mafia. Que las reglas convencionales por las que se regían las clases altas podían ser más opresivas y exhaustivas que las de la Cosa Nostra. Más pulcras, menos violentas, pero igual de tiránicas.


En esa opresión se mueven, o intentan moverse Newland y la Condesa. Para el joven abogado, Olenska representa todo aquello que él anhela. Es una mujer que se ha rebelado ante un matrimonio impuesto, en el que no era feliz. Se trata pues, de una persona que rompe las normas de la alta sociedad, que las desafía y por ende sufre con el aislamiento de los que la rodean. De todos menos de su abuela, la señora Mingott -Miriam Margolyes- y del propio Archer. Este, cae rendido ante la personalidad y belleza de la Condesa.

Ese amor imposible, cercenado desde el inicio porque él está prometido en matrimonio y ella aún no se ha divorciado -y aunque lo hiciese, era una apestada para la alta burguesía neoyorkina- se va a perder en un laberinto. Un laberinto del que ambos personajes no van a poder salir, ya que las paredes que lo forman están construidas con la tradición y el protocolo de una sociedad, de unas familias dominantes. Ambos son presos, están condenados a vivir separados.


Un perfecto triángulo amoroso

Los tres protagonistas de este triángulo amoroso están perfectos. Michelle Pfeiffer nos brinda, quizá, la mejor interpretación de su carrera. Daniel Day Lewis está sobrio, contenido, reflejando a la perfección la frustración de su personaje. Y Winona Ryder, con apariencia de mosquita muerta, de mujer florero que no se entera de lo que ocurre a su alrededor y que encierra una personalidad conspiradora y manipuladora. Un rol al que, con las pinceladas oportunas, le iría al pelo a cualquier mafioso.


Un grupo de secundarios muy notables entre los que destacan Geraldine Chaplin, Richard E. Grant y un breve, pero magnífico y sentimental Jonathan Pryce. La voz en off, como narradora omnisciente, de Joanne Woodward tiene un gran peso en la obra, dotándola más si cabe de ese tono literario que Scorsese no quería abandonar a la hora de adaptar la obra de Edith Wharton.

Algo más de dos horas que transcurren sin altibajos, con un ritmo narrativo perfecto. Y que terminan de forma sobresaliente. Un final a la altura del resto de la obra, pero que debido a su emoción y a la conmovedora figura de un Daniel Day Lewis, ya avejentado, te agarra y te sacude sin saber a ciencia cierta, si te ha dejado en paz con la historia que has visto o te ha vapuleado emocionalmente. Porque días después de haber visto la película, aún recuerdas el desenlace con el que Martin Scorsese firmo uno de sus mejores trabajos. Obra maestra absoluta.

Ficha Técnica

Título original: The Age of Innocence

Año: 1993

Duración: 133 min.

Género: Drama / Romance

País: Estados Unidos Estados Unidos 

Dirección: Martin Scorsese 

Guion: Jay Cocks, Martin Scorsese. Novela: Edith Wharton

Música: Elmer Berstein

Fotografía: Michael Ballhaus

Reparto: Michelle Pfeiffer, Daniel Day Lewis, Winona Ryder, Miriam Margolyes, Richard E. Grant, Mary Beth Hurt, Geraldine Chaplin, Stuart Wilson, Alec McCowen, Jonathan Pryce, Sián Phillips, Carolyn Farina, Robert Sean Leonard

Premios: 1993: Oscar: Mejor vestuario. 5 nominaciones
1993: Premios Globos de Oro: Mejor acriz secundaria (Winona Ryder). 4 nominaciones
1993: Bafta: Mejor actriz secundaria (Miriam Margolyes). 4 nominaciones
1993: National Board of Review: Director (Scorsese) actriz secundaria (Winona Ryder)
1993: Círculo de Críticos de Nueva York: 3 nominaciones incluyendo mejor actor (Lewis)
1993: Asociación de Críticos de Los Ángeles: 2 nominaciones
1993: Premios David de Donatello: Nominada a mejor actriz extranjera (Michelle Pfeiffer)

Puntuación: 10/10

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